La aparición casual de una pequeña pieza romana de bronce al arar unos sembrados, llevó al descubrimiento, en el año 1968, del yacimiento arqueológico de la Olmeda. Las excavaciones han sacado a la luz una gran villa rural de finales del imperio romano y en este lugar se plantea cubrir la excavación y construir un programa de apoyo para visitantes y arqueólogos.
El recinto arqueológico se organiza en cuatro naves, a la vez cubrición y estructura, que envuelven la villa. Se apoyan sobre pilares metálicos que sortean los restos arqueológicos. El problema estructural se aborda desde un espacio organizado celularmente en el que la cubierta es protagonista. El interior se plantea como un gran recinto continuo, dentro del cual se integran, sin romper esta continuidad, los distintos elementos que han de constituir el programa como piezas autónomas bajo la cubierta única. Este sistema permite construir un recinto tan grande o tan pequeño como queramos y cualquier ampliación que pueda necesitarse en el futuro. El entramado estructural es de base romboidal de pletinas de acero; exteriormente se reviste de chapa de aluminio e interiormente queda visto como un artesonado.
El cerramiento perimetral se proyecta con módulos de chapa metálica perforada, trasdosada con policarbonato traslúcido para proteger el recinto arqueológico y matizar la entrada de luz natural. Los troqueles del cerramiento de chapa varían su densidad según la altura para integrarse con el paisaje arbolado.
Dentro del gran espacio cubierto, se envuelven las distintas piezas de la villa con tejido metálico favoreciendo la contemplación de los mosaicos iluminados en ámbitos diferenciadas y recuperando espacialmente las estancias. Se quiere así presentar al visitante un organismo complejo en el que se descubran las zonas excavadas y las diversas estancias que forman la villa, evitando dominar de un solo golpe de vista toda la excavación.
El recorrido interior en la villa rodea el impluvium en una cota sobre elevada respecto a los mosaicos, llevando al visitante hasta las termas. También da paso a las piezas que componen el programa funcional del espacio museístico. Esta pasarela de madera se ensancha y estrecha según los puntos de contemplación de los mosaicos bajo la cubierta continua que envuelve la excavación.