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Foto: Alberto Fonseca |
La pequeña capilla del Colegio Los Nogales parte de un prisma puro y elemental que escenifica la presencia de Dios, la armonía y lo esencial. Sin embargo la convivencia del hombre terreno esta asociada con lo complejo que resulta la vida y por lo tanto las cotidianas escenas de sufrimiento y felicidad que el hombre debe afrontar constantemente. Estas alteraciones de la armonía se escenifican en los elementos que laceran el volumen puro, reflejados en los vacíos y penetraciones que sufre el prisma. El orden del prisma se yuxtapone con unas cicatrices aleatorias de luz en todas las caras, inclusive en el cielo raso, son la alteración del orden de la naturaleza construido por el hombre y reflejan la individualidad en lo colectivo, cada una de ellas representa una oportunidad y una esperanza. Al mismo tiempo el contraste de la luz hacia la penumbra matiza el paso de la luz a la oscuridad, esa oscuridad que nos lleva a cuestionarnos en lo mas profundo de nuestro ser, por nuesta esencia y nuestro propósito; es decir penumbra al interior convoca al recogimiento consigo mismo. La imagen contemporánea de la iglesia, que aunque en apariencia rompe con los cánones, en la realidad corresponde a la tradición aferrada de los mismos. Sin embargo la pluralidad para dar cabida a diversa cantidad de feligreses hace que un costado de la edificación se pueda abrir y pasar de una capilla axial para cien personas a un espacio para el culto que puede albergar dos mil personas. Este cambio de enfoque, escala y axialidades en forma de cruz hace que los significados de los elementos particulares varíen; el pulpito se convierte en ambón, el espacio del altar en coro, el gran espacio en altar. Las dos grandes puertas permiten que en los rituales el misterio se asocia con su apertura, que por su impacto escenográfico y conmovedor hacen que el feligres estimule su sensibilidad y por lo tanto sea mas vulnerable y receptivo a la palabra. Para que lo anterior suceda de forma racional, la posición del edificio fue estudiada con severidad. De ella tambien se desprende la aparición de un campanil con un carilón que se convierte en el simbolo del colegio por su altura. Este campanil al igual que la capilla es un elemento prismático, pero en este caso se forzó a que sus caras y aristas se desfasaran dramáticamente convirtiendolo en un elemento perspectivo en si mismo que cambia constantemente desde donde se le observe. El concreto ocre y la madera proyectan una imagen de brillo y nobleza, de artificio y naturaleza enlazada, de textura y beta, nuevamente dualidades análogas del ser humano y de los recursos naturales que lo rodean. El agua simbolo de tranquilidad ayuda tambien a que la imagen se repita y reitere, a que se distorcione, y a que su densidad se desvanezca.